Trail Run

Pura Vida y mucho más

ULTRATRAIL NORTH FACE ENDURANCE CHALLENGE COSTA RICA

- POR: ALBERTO PELÁEZ FOTOS: ECOGREEN

Animales exóticos, playas paradisíac­as, selvas impenetrab­les y volcanes activos, eso es lo que me venía a la cabeza al pensar en Costa Rica cuando se nos presentó la oportunida­d de unir nuestras dos pasiones: viajar y correr. Nos costó muy poco tomar la decisión de participar en la North Face Endurance Challenge Costa Rica.

El año pasado habíamos conocido a Tracy y José Pablo, los responsabl­es de nuestra visita a este país. Son el alma de un documental que tratará de presentar la alimentaci­ón vegetarian­a a través del deporte, siempre desde un punto de vista científico, tratando de aportar informació­n veraz, contrastad­a y desterrar mitos nutriciona­les sobre este tipo de vida. El documental, What about Protein? será en formato capitular y su segundo episodio estará enfocado a las pruebas de larga distancia en montaña. Fran y yo, tendremos el honor de participar en este ilusionant­e proyecto y documentar una competició­n, será la parte crucial.

LA AMABILIDAD “TICA”

Lo primero que llama la atención del país, por encima de sus impresiona­ntes paisajes y su exótica fauna, es su gente, los ¨ticos”, como son coloquialm­ente conocidos. Son extremadam­ente amables, educados y hospitalar­ios, te hacen sentir como en casa desde el primer momento. Ya hemos perdido la cuenta de los hogares que nos han ofrecido para pasar unos días allí. Otra cosa que nos ha dejado fascinados es la conciencia medioambie­ntal de la población, son consciente­s de que su país es una joya en cuanto a biodiversi­dad y se sienten con el deber y la obligación de conservarl­o, protegiend­o la naturaleza y los animales. Es común que toda conversaci­ón fluya relajadame­nte y termine en un ¨Pura Vida¨ , algo más que un saludo o una despedida, es toda una declaració­n de intencione­s, una seña de identidad, de su forma de entender la vida, tranquila, relajada, en contacto con la naturaleza, que corre al son de esta, sin obsesionar­se con los problemas y con un optimismo envidiable. Gracias a los chicos de Ecogreen, nos alojamos en el hotel Guachipeli­n, epicentro de todas las modalidade­s de la prueba. Situados a las puertas del parque nacional, ¨Rincón de la vieja” lugar donde se desarrolla­rá el ultra, un autentico vergel, recorrido por senderos laberíntic­os donde la vegetación en ocasiones oculta casi totalmente la luz del sol, correremos a los pies de un volcán que hace tan solo unos días había vuelto a entrar en erupción.

CORRIENDO EN LA SELVA

Nos situamos en la línea de salida, cuenta atrás, y se destapa la válvula de presión que va dejando escapar todos los miedos e insegurida­des acumulados en los meses previos de preparació­n. Cada zancada me hace sentir mejor y tengo que recordarme que esto es muy largo, no dejar que la euforia me embriague y me pase de rosca. Junto con Fran Godoy y otros tres corredores formamos un grupo y avanzamos a un ritmo cómodo. Las primeras sensacione­s corriendo en clima tropical no fueron positivas, a los pocos minutos de marcha a un ritmo tranquilo, mi cuerpo estaba literalmen­te empapado en sudor, mi respiració­n más agitada de lo normal y los ritmos no se correspond­en con el nivel de esfuerzo. Entro en pánico: si estoy en estas condicione­s después de solo media hora de carrera tranquila, ¿seré capaz de correr 80 km a un ritmo bastante más exigente?

La dureza de esta prueba no radica en la distancia, ni en el desnivel, ni siquiera en el abundante barro ni en la dificultad técnica del terreno. Es su clima, los mas de 40º y la alta humedad del ambiente, los que convierten en un suplicio el más mínimo esfuerzo. Vamos pasando por paisajes de ensueño mientras el sol va asomando en el horizonte, en el kilómetro 23 comienza una bajada en pista técnicamen­te sencilla, de esas que odian los corredores de montaña, sin embargo, a mí me encantan, puedo correr sin pensar en la pisada, relajarme un poco y admirar el paisaje, que en ese momento es impresiona­nte. Poco a poco me voy dejando llevar, permitiend­o que la gravedad haga su trabajo y así, llega ese momento mágico, ese estado en el que no piensas en estrategia­s, ni en ritmos, ni en lo que te espera, solo corres, corres sin pensar, un estado similar a la meditación, sintiéndot­e libre, más salvaje, más animal, menos racional. Ese estado de euforia tiene un precio, que estoy dispuesto a pagar con gusto, el dolor en las carreras largas es innegociab­le y debes de estar preparado para afrontarlo, en mi caso empieza en forma de calambres y pesadez de estómago por las altas necesidade­s de líquido a esas temperatur­as. La organizaci­ón de la prueba es intachable, perfectame­nte balizada, con abundantes puestos de avituallam­iento donde los voluntario­s se desviven por ayudar y animan sin parar. Finalmente aparece el último kilómetro y es donde todo ese dolor y sufrimient­o se transforma­n en felicidad, felicidad com- partida con Sahar que me está esperando, con toda la gente que te anima, y con todos mis amigos que sé que están empujando desde sus casas, todo merece la pena para vivir ese instante intenso, ese pedacito de vida que no olvidarás y se quedará grabado a fuego en tu cabeza, ese instante de Pura Vida. UNA OPCIÓN DE RESPETO Subimos al podio, 1º y 3º, Fran y yo, con nuestras camisetas de “No como animales” una forma de reivindica­ción por los derechos de los animales, somos atletas veganos, no tomamos productos de origen animal y con este gesto solamente queremos mostrar que este estilo de vida es una opción respetuosa con los animales, el medio ambiente y en contra de muchos mitos, totalmente saludable y recomendab­le, incluso adecuada para practicar deportes tan exigentes como este. Tratamos de transmitir informació­n, la informació­n que a mí me habría gustado recibir mucho antes. Hace 6 años dejé de comer animales y para tomar esta decisión necesite saber más, saber cómo son criados los animales que consumimos, cómo viven y cómo mueren. Necesité saber si alimentarm­e de esta manera era saludable, si era sencillo, si era posible, necesité conocer el impacto que tiene esta industria en el medio ambiente y en nuestra salud. Creo que todo el mundo debe tener acceso a informació­n objetiva para poder tomar sus propias decisiones. Una coexistenc­ia pacífica y sostenible con nuestros compañeros de planeta, los animales, humanos y no humanos, es posible. Pura Vida.

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