EL KILIAN DE TRES CANTOS
Conozco a Antonio desde el verano del 2001, cuando él tenía 16 años y yo ya 46, es decir que podría ser su padre. Fue, rellenando los bidones de las bicis en la fuente de Guadalix de la Sierra antes de ir por la tan conocida carretera del Cerro de San Pedro hacia Colmenar Viejo. Allí estaba con su amigo – a la vez que rival al ser de la misma edad - Manu Picón. Nos saludamos, charlamos y tiramos juntos; y vaya si tiramos. Hace 9 años yo todavía tenía cierto nivel en bici y nos calentamos bien en el tramo final de esa subida, para luego ya seguir de charleta hasta Tres Cantos. Porque resulta que Antonio vive con sus padres –cuando no está de “gira mundial”- a unos 300 metros de mi casa; pero yo no recordaba haberle visto antes ni haber oído su nombre. El hecho de que él fuese al colegio en Madrid y no en Tres Cantos; y que no hubiese estado en alguno de los clubes locales en los que habían estado mis hijos (lo típico: tenis, atletismo, natación, etc) motivaba que yo, que creía conocer a los chavales buenos deportistas de mi ciudad, no le tuviese localizado. Tras el calentón les pregunté la edad y en qué equipo ciclista competían, porque no llevaban ropa de ninguno: “16 y no competimos en bici, montamos porque nos gusta y como entrenamiento para el esquí de montaña”. A partir de ahí comenzó la relación con Antonio (con Manuel no tanto dado que no vive en Tres Cantos), lo mismo que con su padre Luis (polifacético deportista pero no tan competitivo como yo), así como la suya con mi hijo José que compite en triatlón.
Lo que comprobé ese primer día en bici no ha hecho sino confirmarse con el paso de los años. Antonio tiene un motor de fondista de élite que le podría haber llevado a destacar en cualquiera de los deportes de este tipo. Las veces que hemos esquiado (deporte que yo practico pero en el que nunca he competido, no tengo nivel bajando para ello) o corrido por “nuestra” sierra, evidentemente ni le he olido, ahí está en su terreno. Pero en bici de carretera (de montaña él apenas hace) y corriendo por nuestros parques le he visto hacer exhibiciones propias de un ciclista profesional o atleta de élite. En bici por las carreteras de la sierra nos hemos dado buenas palizas, en las que con el paso de los años la balanza se ha ido inclinando desde mi lado hacia el suyo como es ley de vida. A día de hoy -yo ya con 55- me tengo que conformar con a ir a su rueda hasta que él quiere y me deja tirado. De hecho él ahora suele entrenarse con ciclistas profesionales como su gran amigo Gonzalo Serrano (del equipo Caja Rural a quien conoció trabajando ambos el Decathlon) y no desentona en absoluto. Dados los deportes en los que compite -por la montaña con y sin nieve, con esquís y zapatillas- como por su capacidad para entrenar varias sesiones al día no tardé en apodarle “el Kilian de Tres Cantos”, algo que por cierto nunca me ha dicho si le gusta o molesta. El verdadero Kilian le conoce bien y podrá corroborar ese paralelismo. Y al igual que con Jornet por ahora (aunque éste ya ha insinuado que ese momento se acerca) nos estamos quedando con las ganas de verles competir frente a ciclistas o atletas convencionales. Antonio ha hecho alguna marcha cicloturista de muchos kilómetros y puertos, de esas en las que se va a tope y ha llegado delante; y también algún 10k pero no con atletas de alto nivel. No sé que llegará antes, si ver a Antonio en algún 10k o Medio Maratón a tope (ojalá se recupere pronto y bien del virus que le tiene sin competir últimamente) o con carnet de conducir… porque su genialidad la demuestra también siendo capaz de moverse por todo el mundo para entrenar y competir sin tenerlo. Menuda brasa que le llevo dando con ambos temas desde que cumplió los 18; por eso suelo decir que es como otro hijo para mí… porque me hace el mismo caso –es decir ninguno- que los míos.