EL RINCÓN DEL CORREDOR DEL MONTÓN
Hola, soy Christian, y sí, soy un corredor del montón. Hace mucho que le tenía echado el ojo a esta sección de la revista y, por fin, aprovechando este parón no tan deseado, he decidido intentarlo. No sé exactamente en qué momento se publicará este relato y si todo habrá vuelto a la normalidad después de los acontecimientos, que prefiero ni nombrarlos y que, evidentemente, han pasado factura en todos los ámbitos y el mundo de las carreras por montaña tampoco se ha librado, traducido en cancelaciones y aplazamientos de eventos, cambio radical en cuanto la preparación de los deportistas y el día a día de todo el mundo en general.
Volviendo a mi relato, mi historia empieza hace poco más de 40 años en un lugar de Transilvania (Rumanía), en pleno corazón de los Cárpatos, la principal cadena montañosa que atraviesa el país. Sin entrar en muchos detalles, mi infancia y adolescencia han estado relacionadas con el deporte, especialmente fútbol y atletismo, pasando muchas horas entrenando sobre las pistas polideportivas pero también recorriendo senderos de montaña próximos a mi casa.
Al acabar los ciclos formativos obligatorios, me licencié en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte en la universidad de Brasov, mi ciudad natal, con perspectivas relacionadas con la actividad física, pero el destino me tenía algo preparado y mi vida dio un giro importante. Concretamente, a finales del 2002, llegué a Valencia, atraído por un buen amigo en búsqueda de nuevos horizontes y una mejor vida. A partir de ese momento todo cambió y la dinámica ya giraba en torno a encontrar trabajo e intentar llevar una vida decente sentando las bases de un futuro vinculado a aquellos lugares de la
costa mediterránea. La actividad física pasaba a un segundo plano y las prioridades eran otras.
Los años pasaban. Después de un tiempo, conseguí legalizar mi estatuto en España, dedicándome a arreglar coches en un taller de chapa y pintura y, después de otros cuantos años y bastante papeleo, logré homologar la titulación universitaria y decidí probar suerte en el otro ámbito que tanto echaba en falta. Otro momento importante llega en 2014 cuando decido dejar el trabajo y apuntarme a estudiar el máster para profesor de secundaria de educación física. Ya tocaba ponerse un poco al día con las actividades específicas relacionadas con este nivel educativo para el cual me estaba encaminando como profesor y tratar de mejorar mi precaria condición física general. Desde hacía tiempo, mi cuñado Álvaro salía a correr y participaba en carreras populares, y la verdad es que me estaba picando bastante, así que, una vez tomado este cambio de rumbo, llegó el momento de ponerse las pilas, las zapatillas y ver como respondía mi cuerpo ante retos de 5 o 10 km. Pero antes de este momento, un par de años atrás, hubo un chispazo relacionado con la esencia de este relato, mi relación con las carreras por montaña. Fue en un viaje junto a mi mujer, por la zona de Tarragona, Paüls, en concreto. Teníamos costumbre de hacer alguna escapada rural y visitar pueblecitos con encanto por zonas de montaña que tanto nos gustan. Un día, después de recorrer algunos caminos e intentar enseñarle a mi mujer mis habilidades por sendas técnicas y empinadas, regresando hacia el pueblo, vi un chico que estaba entrenando y que subía corriendo con cierta facilidad, y fue cuando se me encendió una bombillita: “yo creo que se me daría bien practicar esto”, pensé, sin saber en aquel momento que se organizaban competiciones con ese perfil y que justamente por allí se celebraría la Trencacims Paüls, un conocido evento del calendario de carreras por montaña. Y ya que hemos entrado de lleno a hablar de las carreras por montaña, después de aquellos tímidos inicios con carreras populares por asfalto, llegó también la hora de probar y apuntarme a mi primera carrera de trail. Por supuesto que nunca olvidaré mi primera experiencia, fue en Llaurí, un bonito pueblo cerca de la costa y que puede estar orgulloso de la carrera que montan allí todos los años. Pues justamente es una de las carreras durillas que hay por la zona, así que fue una buena manera para mí de debutar y no me fue tan mal, aunque tardé bastante más de lo que tenía pensado, conseguí quedar el 50 o por ahí en la modalidad corta, y a partir de allí…lo que todo el mundo se imagina. Cada vez estaba más pendiente de las competiciones organizadas por la zona, y semana sí, semana no, empecé a apuntarme y participar en carreras, y sobretodo mejorar poco a poco aumentando progresivamente las distancias, viendo en cada rincón que me recorría un pequeño trocito de los lugares por donde me había criado y donde empecé a trotar por las sendas.
La mayoría de los que estáis leyendo sabéis lo que se siente mientras practicamos esta disciplina deportiva de manera tan saludable en plena naturaleza y esperar ansioso que llegue el fin de semana de la carrera, cada uno con sus proyectos, retos o expectativas, pero cada uno de nosotros disfrutando al 100% esos momentos, por los rincones que sea y vengamos de donde vengamos. Y yo pienso seguir disfrutando, recordando aquellos Cárpatos, probablemente seguiré siendo un corredor del montón, soñando con mis carreras, mis kilómetros, Chamonix , etc. Y, si por casualidad veis por las sierras de los alrededores de Valencia, Castellón o Alicante un chico solitario, sonriente, con pantalón azul, auriculares y gorra, sufriendo en las subidas y dándolo todo en las bajadas, ese soy yo. A veces padeciendo, pero siempre agradecido y guardando una sonrisa para todo el mundo, siempre disfrutando de la montaña, cuidando y respetando el entorno y, sobre todo, ¡siempre feliz!