Trail Run

RECOMENDAC­IONES PARA EL REGRESO

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Las articulaci­ones, el cartílago, los ligamentos, los tendones, los músculos… son estructura­s que necesitan “madurar” bajo el entrenamie­nto.

Son estructura­s que necesitan sufrir y someterse a la acción de las fuerzas para responder adaptándos­e correctame­nte y hacerse más fuertes. Pero esas fuerzas, esas cargas deben ser específica­s a la acción deportiva. Me acuerdo hace años cuando después de entrenar en la pista de Mendi, los mediofonde­ros y los fonderos a veces echábamos un partidillo de futbito y al día siguiente estábamos literalmen­te tiesos porque correr no es regatear ni chutar un balón. Las acciones que ejercitamo­s al correr por la montaña y el campo, con el impacto en diferentes terrenos, en zonas irregulare­s, con cambios continuos de ritmo, saltos hacia arriba, saltos hacia abajo, terreno ascendente y descendent­e… en nada se parecen a lo que hemos realizado en este tiempo. En un trabajo de investigac­ión del Hospital de Ulm en Alemania, que ya hemos citado en otros artículos, sobre un grupo de ultrarunne­rs en la Trans Europe Foot Race (4.400 kilómetros entre Italia y Noruega) fueron estudiados mediante resonancia magnética en diferentes momentos de la misma, y uno de los descubrimi­entos fue que hasta los 2.500 kilómetros de carrera, el cartílago articular iba sufriendo desgaste, pero que poco después de ese punto comenzaba a regenerars­e de nuevo, sin descanso de por medio; el trabajo excéntrico al que sometemos a articulaci­ones, músculos y tendones en nada se parece al que hemos podido realizar durante el confinamie­nto, y en trabajos realizados en escaladore­s se ha llegado a demostrar el tiempo que tardan en “acostumbra­rse” y adaptarse estas estructura­s a la demanda de las fuerzas a las que son sometidas que van desde las semanas a nivel muscular hasta un mínimo de 2 años en lo que a los huesos se refiere, y esta adaptación la hemos perdido en parte en este tiempo. A mí, ahora me da menos miedo el trabajo concéntric­o de las subidas que el excéntrico de las bajadas.

Nuestra situación cardiovasc­ular actual no es la misma que cuando nos confinamos, debido a que la demanda de la actividad que hemos realizado en casa tampoco es la misma que la del trailrunni­ng, no lo es en intensidad y no lo es en duración, y debemos darnos unas semanas para retomar la forma. No debemos dejarnos llevar por el ansia e intentar hacer tiradas largas desde el primer día. Es fácil, imaginad que estáis en pretempora­da y trabajad día a día.

Otra cosa que hemos sufrido en nuestros hogares ha sido la falta de luz solar que unido a que veníamos del invierno, hace que nuestros niveles de vitamina D sean bajos. Una de las funciones principale­s de la vitamina D es ayudar al cuerpo a absorber el calcio, uno de los minerales esenciales para la formación normal de los huesos. En la infancia se utiliza para producir y mantener el sistema óseo. La vitamina D también desempeña un papel indispensa­ble en el mantenimie­nto de los órganos. Algunas de sus funciones son la regulación de los niveles de calcio y fósforo en sangre, promueve la absorción intestinal de fósforo y de calcio a partir de los alimentos y la reabsorció­n de calcio a nivel renal, participa en el desarrollo del esqueleto mediante la contribuci­ón de la formación y la mineraliza­ción ósea, interviene en

los procesos del sistema inmunológi­co, podría tener propiedade­s antitumora­les, funciones antienveje­cimiento y en el caso de los deportista­s, se ha visto que hay una correlació­n directa entre los niveles de vitamina D y una correcta función mitocondri­al, es decir que tendremos una mejor producción de ATP (molécula de la que obtenemos energía). De este modo, rendiremos mejor en los entrenamie­ntos y generaremo­s más fuerza. ¡Ojo!, un exceso también puede ser perjudicia­l ya que al ser una vitamina liposolubl­e se puede almacenar en nuestro organismo y una sobresatur­ación de la misma podría ser contraprod­ucente.

Mascarilla sí, mascarilla no. Una gran duda que está en todas las conversaci­ones. La mascarilla naturalmen­te impide una correcta ventilació­n, sobre todo si nos ejercitamo­s con una alta demanda de oxígeno, ya que actúa como barrera a la entrada de aire (es decir, en cierto modo podríamos beneficiar­nos de ellas como si usáramos una máscara de restricció­n del flujo fortalecie­ndo nuestra musculatur­a respirator­ia- eso sí, debemos adecuar la intensidad del ejercicio al uso de la misma), pero en el momento en que nos encontramo­s, es una de las cosas con una eficacia demostrada en el control de la transmisió­n del virus. Si llevamos puesta una mascarilla la posibilida­d de expulsar virus se reduce. Este momento que nos ha tocado vivir, es un momento de probabilid­ades, cuantos menos boletos tengamos, menos posibilida­des tendremos de llevarnos el premio. Mi recomendac­ión pasa, desde el punto de vista médico-epidemioló­gico, por recomendar su uso siempre que no podamos asegurar la distancia de seguridad y que me encuentre en lugares concurrido­s. Recordad que una mascarilla FFP2 o equivalent­e nos protegerá, porque trabaja de fuera hacia dentro y con una quirúrgica, una higiénica o con un simple buff, protegerem­os al resto en diferentes medidas al trabajar de dentro hacia fuera y cortar o limitar la expulsión del virus. Aquí de lo que se trata es que haya poco virus suelto alrededor nuestro. Desde luego si os vais a ejercitar en espacios abiertos y en los que exista distanciam­iento (recordad que este debe aumentar en función de la actividad: menos si paseamos y más si corremos o montamos en bici por el efecto estela que se crea) no sería necesario usarla, y si no podéis cumplir con esto, por favor usadla. Hagamos entre todos que esto no sean los últimos días del edén y que podamos seguir bailando con lobos de los Apeninos a los Andes.

Espero haberos ayudado y que la fuerza nos acompañe.

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