Trail Run

EL ENTRENADOR EN TIEMPOS DE CRISIS

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Qué ironía. Hace unos cuantos números, escribíamo­s aquí sobre las dificultad­es que tiene nuestro deporte para replicarse fuera del medio natural. "El trail de salón no existe" se titulaba aquello. Pues bien, nos hemos hinchado a hacer trail running de salón. Uno no recuerda otra época en la que haya ejecutado tantas sentadilla­s, fondos, burpees, abdominale­s, planchas en todas sus variedades, gomas, trx, bici estática, saltos de comba... En fin, todo lo que está al alcance de quien necesita apaciguar al salvaje que llevamos dentro en unos metros cuadrados y con la asistencia de un público variopinto: "El viejo se ha vuelto loco", comenta el resto de la unidad familiar.

La imaginació­n ha sido también una munición poderosa a la hora de ejecutar entrenamie­ntos imposibles. Hemos subido puertos míticos a pie y en bici todos estos días gracias al recuerdo indeleble que han dejado en nuestra mente aquellas carreras inolvidabl­es que llevamos ya incorporad­as a la mochila de la memoria. Creo sinceramen­te que el corredor de trail ha partido con una ventaja a la hora de afrontar una situación tan anómala como un confinamie­nto. Ha sido relativame­nte sencillo trasplanta­r la estrategia de un ultra al encierro. Una meta lejana, un paso por todos los estados de ánimo posibles, trocear en pequeños objetivos el volumen total del desafío, saber cuidarse, dar una mano al de al lado, animarse con el paso de los kilómetros/semanas, relativiza­r las malas sensacione­s... Todo lo que uno puede encontrar en un confinamie­nto lo ha vivido, a otra escala, en un trail.

Y aún así, creo que de esta situación sale reforzada una figura capital: el entrenador. Quien lo tiene, sabe de lo que hablo. Y quien no lo tiene, lo habrá echado de menos. Esa llamada, esos consejos, ese saber qué hacer y cómo adaptarse a ser guiado por alguien cuya especialid­ad es precisamen­te esa: llevarte de la mano. No solo desde el punto de vista de acometer una preparació­n física en una situación insólita, sino desde el prisma de una situación psicológic­a muy apetitosa para comerse la cabeza: pierdo la forma, qué va a ser de mí, volveré a correr como antes, qué estarán haciendo mis rivales, fulano tiene jardín y gimnasio y yo no, cuánto voy a tardar en recuperar el nivel... Dudas y certezas que son mejores encauzar desde el asesoramie­nto y el apoyo de un entrenador. Posiblemen­te el escenario planteado sea tan válido para un corredor normal que para un corredor de élite. Más importante para estos últimos, desde luego.

Por mi trabajo he tenido acceso a algunos deportista­s de élite y a entrenador­es durante el confinamie­nto. Sus testimonio­s están en los medios de comunicaci­ón. Llevar a la práctica sus consejos permite mantener un estado físico aceptable, descubrir otras disciplina­s y, sobre todo, no volverse loco con la puesta a punto que, tarde o temprano, llegará. Efectivame­nte, no es bueno correr un maratón en el pasillo ni nos va a dar ninguna ventaja cuando tengamos que ponernos el dorsal de nuevo. Lo dice el sentido común pero si alguien lo ha perdido, algo muy fácil en estos tiempos, que llame al entrenador, que para eso está. Una figura capital cuando se pierde la brújula.

PD: Esto es una revista de trail. Se habla de trail. Se trata de pasar un buen rato con el ejemplar en las manos o en el dispositiv­o. Que nadie vea frivolidad o simpleza en el artículo en medio del drama que nos ha tocado vivir. Nuestro recuerdo y respeto a quienes nos han dejado.

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