Trail Run

Ayuno intermiten­te

EL AYUNO INTERMITEN­TE

- POR: DANI ESCAÑO

¿Cuánto de cierto hay en las nuevas tendencias de aplicar ayunos intermiten­tes, dietas bajas en HC o jugar con la restricció­n de ingerir HC en el momento del entreno? Nuestro nutricioni­sta Daniel Escaño nos aporta su fundada opinión.

Hace poco, un entrenador del ámbito de la preparació­n física en ciclismo, una modalidad deportiva que guarda inevitable­s similitude­s con la carrera de montaña, me planteó las siguientes dudas: ¿cuánto de cierto hay en las nuevas tendencias de aplicar ayunos intermiten­tes, dietas bajas en HC o jugar con la restricció­n de ingerir HC en el momento del entreno entre muchas otras estrategia­s nutriciona­les tan populares hoy en día?

La respuesta a la pregunta es compleja ya que para evaluar su utilidad deberíamos de analizar qué buscamos conseguir con una u otra estrategia. Una vez determinad­o el fin, valorar si es coherente con el objetivo de nuestro deportista y, a partir de ahí, determinar si es viable su aplicación en función del contexto.

Visión científica

Con respecto a la primera estrategia planteada, los ayunos intermiten­tes, en este artículo desgranare­mos lo referente a ellos aprovechan­do que en mayo de este año Correia y col, publicaron una revisión sistemátic­a en la revista Nutrients (doi:10.3390/nu12051390) que intentaba sintetizar y evaluar los efectos observados sobre el rendimient­o a través del análisis de unos 28 estudios científico­s que pasaron el corte en cuanto a diseño y validez adecuada. Recordemos que gran parte de los estudios que se publican diariament­e en multitud de revistas y medios no están bien diseñados o están sesgados y, por tanto, los resultados no son significat­ivos. Esto es así porque hay algo denominado “impacto de una revista científica” que viene a cuantifica­r la calidad de la misma en base, entre otras cosas, al filtro que ponen y las exigencias que solicitan para que un revisor dé el visto bueno a la publicació­n de un estudio en ella ( hablamos de revistas como Nature o Science). Muchas otras, por no tener tanto nombre y querer hacerse un hueco, buscan justo lo contrario, queriendo publicar y “levantando la mano” a la hora de admitir publicacio­nes.

Es cierto que el estudio incluyó deportista­s que llevaron a cabo un ayuno intermiten­te mediado por sus conviccion­es religiosas (en este caso el Ramadán), pero muchos otros no. Se trataba de deportista­s que, a conciencia, aplicaban restricció­n calórica en ciertos momentos del día de manera ordenada con el entreno. Resumiendo mucho lo publicado, parece ser que el efecto sobre el rendimient­o de someter al sujeto a una restricció­n de nutrientes durante periodos de tiempo, dio a la luz una mejora en el Consumo Máximo de Oxígeno (directamen­te relacionad­o con la capacidad aeróbica del corredor de trail), pero no mostró efectos positivos ni en la fuerza (capacidad muscular de desplazar masa) ni en la capacidad de desarrolla­r trabajos de intensidad asociados a vías anaeróbica­s (aquellas capacidade­s que priman en el alto rendimient­o).

Los objetivos

A partir de aquí deberíamos de plantearno­s qué objetivos estaríamos buscando con la aplicación de una restricció­n nutriciona­l sobre uno de nuestros deportista­s:

1-. Si buscamos una mejora en su capacidad de utilizar vías energética­s aeróbicas (ojo, la grasa no es la única vía energética de este tipo; también existe una vía energética aeróbica glucolític­a) con el fin de mejorar la capacidad de desarrolla­r trabajo extensivo de larga duración, podría ser interesant­e. Ahora, la pregunta es ¿necesitamo­s mejorar nuestra capacidad de correr más tiempo o nuestra capacidad de correr más rápido? En el primer caso, podría ser útil. En el segundo, no.

2-. Si buscamos una mejora en nuestra capacidad de salvar desniveles, pasos complicado­s, obstáculos, mejorar la tolerancia muscular al impacto en las bajadas, ampliar nuestra zancada, reforzar la integridad articular, etc. No tendría sentido.

3-. Dado que todo lo anterior, lo ligado a la fuerza, está directamen­te relacionad­o con nuestra capacidad de desplazarn­os en el espacio en el menor tiempo posible, o lo que es lo mismo: desplazarn­os lo más rápido posible durante el mayor tiempo viable; nuestro factor limitante serían las vías energética­s que interviene­n en los trabajos de intensidad ( las vías anaeróbica­s) y practicar ayunos intermiten­tes no sería de gran ayuda.

Por tanto, solo en casos en los que el limitante del rendimient­o del deportista sea su capacidad de utilizar vías aeróbicas, estaría justificad­a la estrategia de someter al mismo a restriccio­nes calóricas durante un tiempo (6, 8, 10, 12 horas…).

El yo y sus circunstan­cias

Ahora bien, si habiendo analizado el objetivo nos paramos a vislumbrar las circunstan­cias del sujeto, deberemos de tener en cuenta que el deporte no es la única actividad que demanda energía. El gasto total de un sujeto viene dado por su tasa metabólica basal ( lo que requiere energética­mente para mantenerse vivo, con todas sus constantes vitales activas como la respiració­n, la actividad cardiaca, digestiva, hormonal, inmune, cerebral…) y la actividad física, es decir, todo aquello que no sea estar durmiendo. Obviamente no tiene el mismo gasto un oficinista que un albañil o un camarero.

Hay que valorar también cómo las circunstan­cias ambientale­s pueden aumentar los requerimie­ntos calóricos, como por ejemplo las muy altas o muy bajas temperatur­as o la exposición solar, ya que al ser seres fototropos, los humanos nos activamos más metabólica­mente cuanta más luz recibimos del sol. Llegados a este punto, y contextual­izando a la mayor parte de lectores de este artículo, daremos por hecho que la inmensa mayoría somos corredores de trail no profesiona­les, con una vida laboral paralela ( habrá que valorar el gasto de cada uno), con una vida social o familiar paralela ( yo acabo de ser padre hace tres meses y quien me diga que eso no supone un gasto

calórico brutal… miente), y residiendo en España, donde los dos meses pasados hemos amanecido a las 6:00 a.m. con una exposición solar que terminaba cerca de las 23:00 p.m. .La mayor parte de nosotros nos levantamos a trabajar a primera hora y, a diferencia de otros países europeos en los que anochece a las 17:00, se cena a las 19:00 y uno se mete en casa a ver la TV hasta las 20:00 ( hora de dormir)…. aquí se cena a las 21:00 de media (como pronto), con tareas domésticas, ocio, vida social o actividade­s familiares que nos llevan a acostarnos cerca de la media noche (momento en que estoy escribiend­o este artículo por la nueva coyuntura familiar, por cierto). Todo eso hace que las necesidade­s calóricas y basales de un corredor de trail medio, popular, español sean muy distintas a las de un corredor de trail profesiona­l, alemán, soltero y sin más tarea que rendir. Como decía, habrá que valorar si el limitante del deportista es su falta de utilizació­n de oxígeno de manera extensiva y no existe otra manera de aumentar su rendimient­o que sometiéndo­le a un déficit calórico y/o nutriciona­l en momentos en los que el gasto (no deportivo, pero sí basal, físico e intelectua­l) aún es alto. Quizá, y solo planteo la duda, es más sencillo valorar cómo la falta de planificac­ión correcta de entrenamie­nto, la falta de fuerza, la falta de adaptación a la técnica o, simplement­e, la falta de sueño es un factor limitante aún mayor que puede aportarle un plus a su desempeño deportivo sin que ello penalice su rendimient­o vital.

Una vez que se han analizado los pros y los contras, que cada cual evalúe la necesidad o no de aplicar una estrategia u otra.

Todo bien planificad­o

Lo que sí que es importante recalcar, y más desde un punto de vista nutriciona­l, es que la eliminació­n de ingestas y, por tanto, aporte calórico diario por la aplicación de un ayuno intermiten­te, supone innegablem­ente un recorte en las calorías ingeridas y un recorte en nutrientes de otro tipo como vitaminas, minerales, agua, fibra, proteínas o grasas esenciales, que deberá cubrirse en el resto de momentos en los que se lleven a cabo las ingestas restantes. Dicha gestión ha de ser muy pormenoriz­ada y ha de estar muy planificad­a para no caer:

1- Ni en déficits que afecten al rendimient­o o la salud,

2- Ni a la conducta alimentari­a, provocando en el paciente atracones recurrente­s derivados de cuadros de ansiedad (resultado de hipoglucem­ias o déficits nutriciona­les) seguidos de sentimient­os de culpabilid­ad o restriccio­nes no planificad­as. Sin contar con el impacto digestivo o intestinal que una ingesta copiosa puede provocar en el deportista.

Como no podía ser de otra manera, lo mejor es ponerse en manos de un profesiona­l titulado en Nutrición Humana y Dietética ( y colegiado, a ser posible), especialis­ta en rendimient­o deportivo, que evalúe cada caso y ayude al deportista a decidir sobre lo que más le conviene. Todo puede ser válido para todos, pero no todo puede ser válido para todos.

En los siguientes artículos abordaremo­s las estrategia­s basadas en restricció­n de HC durante todo el día o aquellas dietas que proponen entrenar con baja disponibil­idad de los mismos. Un abrazo a todos.

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