GOLDEN TRAIL WORLD CHAMPS AZORES
De paseo por la Caldeira
Con el objetivo principal de coger un poco de aire para los meses que previsiblemente vamos a afrontar, hace unos días participé en un evento que organizaba Salomon en las Islas Azores, los Golden Trail World Champs. Aquí os cuento mi experiencia de un corredor disfrutón y agradecido.
Después de un año en el que los eventos deportivos populares se han reducido a la mínima expresión, era una buena forma de investigar nuevos escenarios, compartiendo además un tiempo con muchos de los mejores atletas de este deporte. El programa incluía 4 carreras de entre 25 y 35 kilómetros, con un desnivel medio de unos 1.400 metros positivos por día, precedidas por un prólogo a modo de contrarreloj que servía para distribuir a los participantes en oleadas para la primera prueba. Todo esto debía seguir unas medidas de seguridad específicas del programa y del gobierno local, con actualizaciones permanentes en relación a pruebas PCR, controles de temperatura, además de distancias de seguridad y mascarillas en los lugares comunes (salida, meta, desplazamientos y avituallamientos). La realidad es que desde el principio se notaba que había que hacer algo diferente para seguir haciendo el objetivo final que no era otro que correr (o de mantener el turismo desde el punto de vista local). Antes de entrar en la isla había que aportar una prueba PCR negativa hecha con un intervalo menor de 72h, repitiéndola de manera gratuita (pagada por la autoridad local) en espacios específicos cada 6 días, con vistas a mantener la zona sin contactos circulando por las calles. De esta manera se persigue crear burbujas que hacen que los casos y el número de ingresos en el hospital comarcal sean mínimos. La carrera también ha sido capaz de crear un entorno seguro en otros tipos de conceptos. Inicialmente tres de los cuatro recorridos se iban a hacer en la isla de Faial y uno en la de Pico, que incluía la subida a la montaña más alta de Portugal (2.351 m). Sin embargo, a pesar del anticiclón famoso de la zona de la que oímos hablar siempre, el tiempo ha sido un reto añadido, con viento de hasta 90 km/h y lluvia constantes durante la mayor parte del tiempo, añadida a la humedad. La organización, siguiendo una política de comunicación permanente con correos diarios, modificó el trazado de los dos últimos, por lo que todo el evento se desarrolló en Faial. Creo que ha sido un acierto que ha aportado seguridad a los participantes y no ha restado el haber podido disfrutar de unos entornos increíbles durante más de 110 kilómetros y 6.000 metros de desnivel positivo. Esa ha sido nuestra “mejor realidad”. El pasar en una hora de estar en una playa de arena volcánica a una selva con lianas, dejando atrás ascensiones con un desnivel medio en torno al 25%, llegando a cráteres donde puedes imaginarte animales de otra época, supone un verdadero privilegio ( incluido lo que decía Aritz Egea de “aquí hay más barro que en Zegama”). Personalmente, es un entorno que como ciudadanos deberíamos poder visitar alguna vez para valorar ( y descartar) muchas de las cosas que nos rodean en nuestro día a día. Por otro lado, en todos estos días no hemos visto “fiestas de botellón” entre los jóvenes y hemos podido circular en diferentes espacios cumpliendo una serie de normas de manera responsable. Para mí ha supuesto un ejemplo para darnos cuenta del tipo de medidas que debemos tomar para poder seguir haciendo muchas de las cosas que nos gustan, con una perspectiva de tiempo mayor, a pesar de las pandemias y resto de escenarios que puedan aparecer.