Nutrición en invierno
Con motivo de la última intervención en el pódcast de Trail Run, de audición obligatoria si se quiere estar al tanto de todo lo a que este deporte se refiere, hemos creído conveniente reflejar, reordenar, profundizar y ampliar la información que allí dimo
El invierno trae consigo cambios patentes en nuestra conducta alimentaria. Nuestro experto Dani Escaño nos cuenta qué y cómo debemos comer en esta estación del año.
Uno de los principales problemas a los que nos encontramos es que el corredor de trail sigue sometido a unos niveles de exigencia altos, largas tiradas, entrenos intensos y, si cabe, a unas circunstancias de dureza con lluvia, barro, nieve y viento, que aumentan muchísimo las demandas nutricionales desde un punto de vista energético y estructural. Hay que recordar que lo estructural no sólo hace referencia a la proteína como “pieza” celular, sino que hay toda una serie de compuestos metabólico-reguladores sin los cuales el cuerpo no funcionaría correctamente (ni a nivel basal ni a nivel deportivo): hablamos de vitaminas, minerales y agua. El invierno trae consigo cambios patentes en la conducta alimentaria del hombre. La sensación de necesitar ingerir alimentos verdes, frescos, ensaladas… del verano queda relegada por la necesidad de inclusión de algo caliente, más calórico incluso, pero los corredores de trail siguen con niveles de exigencia máximos. Aunque hoy por hoy se ha evolucionado muchísimo en la tecnificación de la ropa deportiva, en equipaciones, es difícil encontrar un punto común entre el máximo aislamiento del frío y la humedad y transpiración cien por cien adecuada. Cuando realizamos una actividad deportiva intensa generamos mucho calor. Esa energía calorífica, provocada por la contracción muscular constante, ha de ser disipada para evitar un colapso. La única manera que tiene el cuerpo de hacerlo es sudando. Esto supone una pérdida de líquido corporal que, aunque prime bajar la temperatura, si no se repone casi inmediatamente puede llegar a comprometer el mantenimiento de las funciones vitales. Con prendas que no transpiren lo suficiente se puede dar el paradigma de sudar, pero que ese sudor no se evapore, por lo que la pérdida de temperatura generada por el paso del líquido de la superficie de la piel a gaseoso es inexistente. Se suda más porque la temperatura no baja y se entra en bucle, que puede comprometer inicialmente el rendimiento y, después, la salud. Menos apetencia por alimentos con un alto contenido de agua y sales (frutas frescas y verduras), alta exigencia en los entrenos y tasas de sudoración casi tan mantenidas como en verano, son el cóctel perfecto para aumentar el riesgo de lesiones musculares ( la pérdida hídrica disminuye la maleabilidad de los cuerpos, incluidas las fibras musculares), fatiga o alteración de la homeostasis. La propuesta nutricional es sencilla: purés, cremas, sopas, caldos y guisos de cuchara. Se trata de mantener el grupo de alimentos intentando modificar la estrategia culinaria. Llegados a este punto cabe recalcar que, herramientas que en algunas ocasiones pueden asociarse más a menús infantiles que a la alimentación propia de un “UltraTrailRunner”, no sólo juegan un papel crítico en la reposición