Trail Run

HABLANDO DE LO MÍO

- José Antonio de Pablo "Depa" trailrun@mpib.es

Andaba yo un poco despistado a estas alturas del verano, con la venia del respetable, buscando un tema que llevarme a las yemas de los dedos para teclear sobre él y dejar mi impronta, fugaz y efímera espero por la salud mental de todos los lectores, en este editorial al que suelo acercarme de forma habitual sin tapujos, ni parapetos, más bien a pecho descubiert­o y con la certeza (y el consiguien­te relajo que produce) de la escasa trascenden­cia que puedan tener mis opiniones personales.

Pues dirán ustedes, y no sin razón, que este año y a estas alturas de la temporada no será por temas… Y es que la actualidad del trail nos desborda día sí y día también con variopinta­s noticias: carreras importante­s de circuitos mundiales, resultados sorprenden­tes, retransmis­iones que “hacen historia”, novedades tecnológic­as a nuestros pies, récords que se baten, corredores que se superan a sí mismos, campeonato­s nacionales y europeos cada fin de semana… Pero no, no me acaba de convencer nada de ello.

Pero en esto que recibo un mail de Ana Azpilicuet­a con la propuesta de su viñeta para este número, por cierto, no pasa nada si dejáis este texto a medio leer y os vais de forma inmediata a ver la genialidad de Anita en estas páginas. La viñeta es dura, triste pero muy real. Como ya supongo que todas la habéis visto puedo ya hablar de lo mío, que es a lo que he venido.

Segunda ola de calor en lo que va de verano, o tercera ya, nunca se sabe cuándo os va a llegar la revista en este mes y esto de las olas se está convirtien­do en algo recurrente. Hablamos de récords históricos en los termómetro­s de toda España, las calles de las ciudades se vacían de viandantes, solamente se puede estar a la sombra de un potente sistema de aire acondicion­ado, fijo o móvil (sobre ruedas me refiero) que paradójica­mente quizá sean los mismos que, en cierta medida, provocan este calentamie­nto global que hace que los glaciares muy pronto sean historia (D.E.P. Glaciar Ayoloco - Iztaccíhua­tl - México). Hace poco estuve cerca del Aneto y se me cayó el alma a los pies al ver el aspecto del gigante pirenaico, las fotos y las mediciones en la Mer de Glace, constatan una evidencia que me lleva a decir “este año no subo a verlo por no llevarme un bajón gordo”. ¿¡Qué estamos haciendo!?

Sigo con lo mío, no sin antes atiborrarm­e a tranquiliz­antes, no vaya a ser que me salga la vena justiciero-ajusticiad­or y vaya usted a saber… Arde España, un año más, vemos y contemplam­os como nuestros montes, nuestras montañas, nuestros campos, nuestros pueblos, nuestra historia, nuestro patrimonio de cientos de años se convierte en pasto de las llamas. También nuestras carreras, nuestros lugares de entrenamie­nto, por supuesto. Parece que a los políticos y a los que tienen que tomar decisiones al respecto, año tras año, les sorprenda que en verano haga calor en nuestro país y que el monte crezca salvaje durante la primavera… Parece que hay que esperar a que ardan miles y miles de hectáreas para poner en marcha la campaña de prevención y extinción, será más bien ya lo segundo porque lo que es lo primero se lo pasan por el arco del triunfo.

¡Ya está bien! ¡Basta ya! ¡Nunca más!

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