Con determinación
Lavaredo Ultratrail se ha convertido en pocos años de existencia en una carrera icónica dentro de la ultradistancia y creo que es porque combina todos los ingredientes necesarios para que sea atractivo ir a correr allí: entorno montañoso envidiable y muy bien cuidado, recorridos variados con distancias aptas para todos los corredores y una gran variedad de servicios de hostelería.
Después de unas cuantas horas por carretera y una noche en Milán nos plantamos con el equipo de Lasportiva Spain en las Dolomitas (Italia), concretamente en Cortina d’Ampezzo que es la localidad donde se sitúa la salida de la prueba. Se trata de una región mundialmente conocida por su brutal contraste entre prados y bosques verdosos y paredones vertiginosos de piedra. Además, para nuestro equipo supone viajar a la región donde se originó nuestra marca, muy cerca de Cortina está la Val di Fiemme, donde en Ziano di Fiemme la famiglia Delladio empezó a fabricar calzado en 1928. Me encanta viajar para competir y si es en Italia más, diría que es de los países donde más fácil y gustosamente puedes hacer la sobrecarga de hidratos previa a la carrera. Estamos delante de la que tiene que ser mi segunda participación en la distancia de 48 km, la prueba denominada como Cortina Trail y donde se tiene que superar un desnivel positivo de 2.600 metros. Por suerte ya conozco la mayor parte del trazado, este se caracteriza generalmente por sendas rápidas con algún que otro tramo más técnico, pero precisamente por eso hay que regular bien el esfuerzo para llegar con fuerzas a la larga bajada final.
Empiezan las dudas
Llega la semana de la carrera y personalmente estoy con muchas dudas, sinceramente no llego a la prueba con los deberes hechos como me gustaría debido a unas molestias en la inserción del isquiotibial izquierdo, la denominada “pata de ganso”. Soy cauteloso con este tipo de situaciones, porque pienso que la continuidad deportiva individual depende de cómo gestionas los pequeños detalles, los deportistas generalmente corremos el riesgo de caer en lesiones o estados de sobre entrenamiento y no queda otra que aprender a gestionarlo lo mejor posible para sacar adelante un buen calendario competitivo. Por ello es importante rodearse de buenos profesionales, entrenadores y fisioterapeutas generalmente y si hace falta un profesional de la salud física y/o mental. Con mi fisioterapeuta Marc analizamos la situación semanas antes y acordamos que si la molestia me dejaba correr sin cambiar mi gesto de carrera podía convivir con ello, ahora bien si se convertía en un dolor que me limitara la zancada no podía correr la carrera. Antes de viajar a Italia me condicionaba realmente, pero al llegar a Dolomitas y hacer los rodajes previos me noté bien, así que mi intención fue salir a competir pero con cautela guardando fuerzas para los kilómetros finales.
La carrera sale a las 8 de la mañana, así que allí estábamos con Patricia Pineda, mi nueva compañera de Equipo
La Sportiva. Muchas emociones a flor de piel con las calles abarrotadas y ese cosquilleo de nervios previo a una salida de competición. Siendo sincero creo que el día que deje de sentir ese nerviosismo ya no me motivará competir, pero mientras dure pienso disfrutarlo al máximo. Suena la cuenta atrás bajo la banda sonora de la prueba y me pongo en modo competición. Escuchar el cuerpo y poner todos los sentidos posibles en la dinámica de carrera: Comer, beber, controlar la pisada, la respiración, los movimientos de los contrincantes…
Modo competición
Pasan los primeros kilómetros, rápidamente el recorrido abandona el pueblo y se adentra en una senda ancha que va subiendo pero que permite ir rápido. Nos colocamos en cabeza de carrera el portugués Miguel Arsenio, el venezolano afincado en Cataluña Samuel Dávila y yo, por experiencia de 2019 sé que esa primera subida sólo es el aperitivo, muy aperitivo de la carrera, así que me mantengo en el grupo pero intentando no desgastarme más de la cuenta. Por ello también en la primera y corta bajada decido no lanzarme al ritmo que lo están haciendo ellos dos y se marchan por delante de mí, por suerte no muchos segundos ya que no los pierdo de vista del todo. Empieza la segunda subida, esta es la más larga del recorrido y discurre por una senda bastante pedregosa que va resiguiendo la Val Travenanzes hasta la Forcella de Col dei Bos, son unos 8 kilómetros y casi 1000 metros de desnivel positivo donde voy recortando distancia al dueto cabecero y por suerte casi les doy caza en el collado,
los tengo a escasos segundos y en la bajada no dudo en lanzarme un poco más para atraparlos. Continuamos en grupo superado el kilómetro 20. En este tramo el terreno te permite correr con comodidad, son unos kilómetros por una pista que intento gestionar correctamente sin sobrepasarme de ritmo. Una ligera subida y bajada y llego al primer avituallamiento del Col Gallina juntamente con Miguel, intento parar lo mínimo posible gracias a la ayuda de mis compañeros de equipo y salgo primero. Veo que Miguel intenta atraparme pero al venir terreno de subida consigo abrir hueco.
La subida te lleva al Refugio Averau sobre el kilómetro 28, de ahí hasta meta no hay subidas muy largas, pero hay que gestionar las fuerzas, ya que la mayoría del terreno te permite correr rápidamente. Al final de la subida puedo coger referencias visuales y veo que le he cogido distancia al segundo clasificado.
Ser el primero
Recuerdo perfectamente la sensación de ir en cabeza por primera vez en una carrera, es algo extraño, ya que pasas de tener una referencia con la que gestionar tu esfuerzo a ser tú esa liebre a perseguir. Pero lo más importante es tener la serenidad de ir a tu ritmo, controlar tu esfuerzo y que los pensamientos sobre el cómo irán tus contrincantes no te afloren con demasiada frecuencia.
Así llego al Paso Giau, restando kilómetros y parándome en el avituallamiento de nuevo. Estoy sobre el 31,5 y las fuerzas empiezan a menguar. Quedan dos subidas y ya vamos adoptando la estrategia mental de ir restando esfuerzos, el pensamiento para seguir en carrera es recordar cómo pasé por esas zonas en la edición de 2019, mucho más justo de fuerzas, y eso me da ánimos. Me planto en la Forcella Ambrizzola y por fin la última bajada; que tampoco es que sea corta, quedan unos 12 kilómetros y 1.000 metros negativos hasta la llegada, yo sigo concentrado en mi esfuerzo y ya apretando los dientes.
No voy a mentir, el último tramo de apenas dos kilómetros por el asfalto de Cortina se me hace un poco eterno, varias veces miro hacia atrás esperando no tener referencias de ningún otro corredor y por suerte no las tengo. Llego a la calle principal de Cortina abarrotada de gente y la adrenalina me asalta, euforia y un momento para disfrutar. Me tomo mi tiempo para saborear los últimos pasos, comparto con la gente mi alegría chocándoles las manos. Finalmente agarro saltando con energía la cinta de llegada, ¡Lo he conseguido! De esta victoria me llevo un gran aprendizaje: ¡El cuerpo humano es increíble y si persigues algo con determinación lo puedes lograr!