LA VIDA ES BELLA
Hace unas cuantas semanas ya, se publicó el primer episodio de un nuevo proyecto personal llamado PERFILES, un pódcast en el que se ofrece una charla íntima con algunas personas del mundo del trail. El primer invitado fue Miguel Heras y juntos pasamos una hora pegando la hebra de forma tranquila y distendida, una charla entre dos amigos que se respetan, se escuchan, se valoran y se aprecian.
Con Miguel hablamos de muchas cosas pero quizá la que ha podido llamar más la atención del público en general ha sido que él, en un periodo muy concreto de su vida, y para nada lejano en el tiempo, cuando ya era “famoso”, querido y admirado por todos, tuvo que recurrir al auxilio de un profesional de la psicología para ayudarle y ayudarse a afrontar una situación y unas circunstancias vitales y emocionales particularmente difíciles.
Poco a poco las cosas van cambiando en nuestra sociedad y también el mundo del deporte no es ajeno a estos cambios. Cada no tanto tiempo, desgraciadamente, salta a la actualidad una noticia que nos hace ver que ni todo es tan bonito, ni la vida de esos atletas que admiramos y me atrevería a decir que incluso a veces, envidiamos, es un agradable camino de rosas. A finales del pasado año, Emilia Brangefalt fue la protagonista de una tristísima noticia. La atleta sueca no fue capaz de superar una fuerte depresión a la que la llevó un problema de salud relacionado con una cardiopatía y que la apartó de forma, parecía ser definitiva, del deporte de alta competición. La parada final de esa depresión fue el acabar con su propia vida.
La depresión es un problema globalizado que a veces no es tan comprendido socialmente y hasta es ocultado e ignorado, muchas veces por desconocimiento. Lo de Emilia pudo ser por la exigencia en algunos casos tiránica que supone para un deportista de élite en todo momento la obligación de ganar o de rendir al más alto nivel, pero también esto ocurre entre los más populares que tienen en la práctica deportiva su única escapatoria y cuando una lesión o un problema de salud les impide llevar a cabo esta práctica recreativa, se ven sumidos en una oscuridad de la que no son capaces de salir por sus propios medios.
Me gustaría con este editorial y esta reflexión tener un llamado a la atención pero también a la acción para no dudar en echar una mano, para estar atentos en nuestro círculo cercano a las personas que queremos y que nos rodean. Y si lo estamos viviendo en primera persona a no dudar ni un momento en darlo visibilidad, verbalizarlo y acudir a quien más nos pueda ayudar, a quien cuente con las herramientas necesarias para volver a la vida, porque a pesar de todo, la vida es bella.