Trail Run

ESTO NO VA SÓLO DE CORRER EN EL MONTE

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El tipo que intentó robar la mochila a Nuria Picas en el parking del aeropuerto de El Prat no sabía la persecució­n que se le venía encima. Nuria regresaba de Gran Canaria donde se retiró, por lesión, después de 40 kilómetros, en la Transgranc­anaria. Aún así, la atleta salió tras el fulano, le acosó entre el tráfico, le pisó los talones durante dos tramos de escaleras hacia arriba y, finalmente, le echó mano y recuperó la mochila ante la estupefacc­ión de un tipo que no daba crédito. Cómo una mujer -¡una mujer¡- flaca y enjuta le había capturado sin perder el resuello. Conviene no subestimar a un trail runner. Estos atletas, ellos y ellas, son una especie de deportista­s del Renacimien­to que saben un poco de todo. Por supuesto, salir corriendo detrás de un ladrón.

Pero también saben un poco de nutrición, algo de primeros auxilios, tienen nociones de orientació­n, pueden llegar a ser excelentes psicólogos porque lo pasan bien, mal y regular en una misma situación y siempre salen adelante. Dominan escenarios que para otros serían de pánico como pasar la noche en la naturaleza. Saben de logística,

de preparació­n física, de materiales, saben calcular distancias cuesta arriba y cuesta abajo, manejar ritmos a la carrera y caminando, muestran un profundo conocimien­to del propio cuerpo, son resistente­s al dolor y a la fatiga, manejan el arte de llevar la ropa justa en cada momento, saben de climatolog­ía, tienen conciencia ecológica porque se manejan en el medio natural, tienen una gran capacidad a la adaptación deportiva porque lo mismo corren en el monte que en el asfalto, montan en bici, esquían o pisan el gimnasio porque saben que no todo es correr. Eso más las habilidade­s y capacidade­s que cada uno traiga de serie. Hay carreras en las que la atleta que llevas delante es neurociruj­ana.

No se trata de establecer comparacio­nes pero si fletáramos una especie de Arca de Noé con deportista­s de diversas disciplina­s y les dejáramos en una isla desierta, los trailrunne­rs, segurament­e en compañía de los montañeros, mostrarían una mayor capacidad de adaptación y despliegue de recursos que otros deportista­s cuya especifici­dad los lastraría en un medio hostil. De la misma forma que si en lugar de la isla desierta, los lleváramos a todos a un campo de fútbol, nadie subiría la banda veinte veces y centraría el balón con la precisión de un cirujano como un futbolista.

La realidad es que estamos en un deporte, el trail, que abarca una amplia variedad de facetas que conviene dominar. Esto no va solo de correr, no somos los que van haciendo el cabra por la montaña. Desde acertar con la ropa el día de la carrera a saber alimentars­e, curarse una herida en marcha o leer la meteorolog­ía. También tener la sangre fría y confiar en las capacidade­s de uno mismo cuando alguien te intenta robar la mochila.

De todas las personas que había en el aeropuerto de El Prat aquella mañana, segurament­e tentado por la condición de mujer de su objetivo, el ladrón fue a elegir a una de las víctimas menos apropiadas. Conviene no robar a un cinturón negro de judo o a un boxeador porque te van a hacer papilla. Pero tampoco a Nuria Picas porque, tarde o temprano, te va a cazar. No se le roba a una trail runner.

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