TEMPLO DECO
Bajo el nombre del segundo monarca de Roma, el grupo El Paraguas propone un viaje por la fastuosa Italia del compositor Giuseppe Verdi y los salones rococós de Giacomo Casanova, sin olvidar el latido de una despensa con raíces.
Déjate conquistar por Numa Pompilio, un viaje sensorial al corazón de Italia.
ESPIRITUALIDAD Y RAÍCES: LA IDEA ES QUE, CUANDO EL CLIENTE ENTRE, SE DEJE LLEVAR CON LOS CINCO SENTIDOS A UN UNIVERSO QUE EVOCA LA VENECIA OSTENTOSA DEL XIX
Al tiempo que suenan las primeras notas de Torno Sui Miei Passi, de Adriano Celentano, los más de 40 profesionales que dan vida al restaurante Numa Pompilio (Velázquez, 18, Madrid), en honor al segundo rey de Roma, comienzan a bailar por las salas y la cocina en una impecable coreografía. Son las once de la mañana y todo tiene que estar listo para recibir a los comensales, que empezarán a llegar dentro de dos horas. «Pensamos que la gastronomía sin música es como un cuerpo sin brazos: ambas cosas están íntimamente ligadas. La fusión provoca la felicidad de la gente, que se desinhibe y se siente guapa. Creemos en la espiritualidad, en la raíz; somos muy anímicos y queremos que, cuando un cliente entre en uno de nuestros espacios, se deje llevar con los cinco sentidos adonde queramos trasladarlo. Y, en este caso, es a la Italia más genuina», dice Marta Seco, jefa ejecutiva del grupo hostelero El Paraguas, quien, junto a su marido, el cocinero Sandro Silva, está al frente de cinco restaurantes top en la capital, entre ellos, Amazónico y Ultramarinos Quintín.
Cada vez que el matrimonio emprende un proyecto, lo primero que hace es partir de una línea de cocina. «Cuando ya está definida, desarrollamos el concepto. Lo que hacemos son interpretaciones, con el fin de provocar experiencias y sensaciones». En este caso, lo que un día fue el resto Iroco, con su patio secreto, en mano de estos agitadores e ideólogos gourmet se ha convertido en un enclave que se asemeja a los salones aristocráticos por los que Giacomo Casanova se dejaba ver. «La madre de Sandro es brasileña hija de italianos y él trabajó en la Toscana. ¡Italia nos llamaba! Y, al ver este espacio hace un año, decidimos que el jardín fuese el punto de partida, que su vegetación contagiara al establecimiento». Llamaron al estudio de interiorismo de Alejandra Pombo, que asumió las riendas del proyecto, y contaron con la visión profesional de Shura Martín, su mano derecha en decoración, y la ayuda de la anticuaria Judith San Quintín y la paisajista Jimena Cabrera. Marta sólo puso una condición: quería que fuese un escenario muy teatral. «Me imaginaba un ambiente propio de una ópera de Verdi; deseaba representar la época de gloria de la Venecia ostentosa del XIX». Desde que uno entra por una cocina abierta en modo recibidor, con una mesa obrador de pasta a la izquierda, y avanza por los salones para llegar al comedor principal, con grandes ventanales a la terraza oasis, una sucesión de frescos renacentistas y antigüedades le dan la bienvenida. «Rastreamos los brocantes de Italia, Reino Unido, Francia... Todo lo que ves aquí, del cenador del jardín a las vajillas, pasando por las máscaras venecianas, tiene una historia detrás». Diseñada la puesta en escena, sólo les quedaba poner el nombre. «Surgió tras un brainstorming entre amigas. Una de ellas, muy imaginativa, dio con Numa Pompilio y me puse a investigar. En cuanto vi una moneda acuñada con su cara, me enamoré por la fuerza que irradiaba. Fue el segundo rey de Roma, un hombre sabio, respetado... ¡Y un vividor! Su semblante, plasmado en la puerta de entrada, contempla sereno nuestro frenético ritmo diario».
Desde las vajillas hasta el cenador inglés, todo en Numa Pompilio tiene una historia detrás y procede de brocantes europeos